El brujo de Bargota




Era un clérigo, nigromante y aventurero que vivió en Bargota durante la segunda mitad del siglo XVI y su nombre real era Joanis o Ioannes Mellado. Nació en la localidad riojana de Rincón de Soto, y hay quien dice que su madre fue bruja y que asistía a los aquelarres que se celebraban en los llanos sorianos de Barahona.

Estudió en Salamanca, donde alternó el Trivium y el Quadrivium con otras enseñanzas que se impartían en la famosa cueva de San Cipriano donde se asegura que daba clases el mismo diablo.

Al terminar sus estudios (tanto los oficiales como los prohibidos) Ioannes se estableció de clérigo en la parroquia de este pueblo navarro, un beneficio que le correspondía en tanto que era el segundo hijo de su familia. Y aquí ejerció sus oficios, el sacerdotal y el hechiceril, sirviéndose de las enseñanzas que había adquirido, aunque nunca los empleó para hacer daño a nadie.

Cuentan de él que sus feligreses dejaban a menudo de verlo desde la tarde del sábado hasta el domingo a la hora de la misa, en la que aparecía sudoroso y resollante, como si hubiera recorrido un largo camino. En ocasiones al llegar, se sacudía la nieve antes de entrar para asistir a los oficios religiosos que se celebraban en la iglesia de Santa María de Viana, aunque fuera pleno verano, quejándose de los fríos que soplaban por los Picos de Urbión y los Montes de Oca, que se encuentran a varias leguas de allí y de los que se suponía venía volando. Otro día se puso una capa y voló hasta Madrid para ver una corrida de toros.

En 1599, una cofradía de arcabuceros de Torralba, compuesta por píos servidores de la Iglesia, lo denunció al Santo Oficio de Logroño por actos de magia y encantamiento, sus asistencias a tertulias de tranquilladores, peleires, aquelarres y, sobre todo, su presencia en el lugar donde se ocasionó la muerte del conde de Aguilar (que no tuvo intervención directa) motivaron su prisión por el Tribunal de la Inquisición de Logroño, figurando entre las causas que se celebraron «La cieguecita de Viana» y «Los brujos de Zugarramurdi». Apenas lo prendieron, logró desaparecer de los calabozos y regresar a Bargota como si nada hubiera sucedido.

Poco antes de iniciarse el célebre proceso a los brujos de Zugarramurdi los días 7 y 8 de noviembre de 1610, volvieron a prenderlo, esta vez en compañía de un convento hechiceril que tenía su sede en Viana y que celebraba sus reuniones cerca de la laguna de las Cañas, en el llamado prado de Barragán.

La Inquisición pudo prenderlos gracias a una colección de conjuros que encontraron en los sótanos de la casa del conde de Aguilar, que había muerto en extrañas circustancias poco tiempo antes. La reina de aquel aquelarre era una muchacha ciega de Viana a la que llamaban "La Ciega Endregoto"; y el cura Ioannes no se mostró reticente a la hora de confesar sus debilidades y sus relaciones con aquel conventículo.

Parece ser que contó con detalle ("vestido de loba y ferruelo de luto, con una vela amarilla en la mano y con un sambenito doble colgado al cuello, en el cual se leía: Señor, perdonad al nigromante") cómo discurrían sus reuniones, los caminos que seguían para acceder a la laguna y hasta el tipo de escobones que utilizaban en sus desplazamientos, cuando no tenían a mano murciélagos o búhos o esqueletos de animales que les transportasen.

Contó incluso que, ya reunidos en el lugar previsto, a las once y media de la noche sonaba un trueno terrible que les anunciaba la presencia inmediata de Satanás y que a las doce comenzaba la misa negra, que se prolongaba hasta el segundo canto del gallo.

Lo curioso de aquel proceso es que, mientras sus compañeron fueron condenados a penas severas (aunque ninguno fue quemado), el brujo Ioannes apenas fue condenado a un leve sambenito y a la obligación de cumplir una penitencia en oraciones. Después de cumplir la pena de prisión regresó a su pueblo natal de Bargota, después de un ejemplar arrepentimiento.

Se comentó que tenía un padrino muy especial que lo protegía desde el anonimato, al parecer porque se trataba de una alta personalidad de la corte a quien el brujo había puesto sobre aviso de un grave atentado del que, gracias a él, pudo salvarse.

También se le atribuye la construcción en una sola noche de los corrales de Arenchu. Se cuenta que le ayudaron los "enemiguillos" que encerraba dentro de un canuto.

Se dice que fue un obispo, Antonio de Guevara, quien demostró que existió históricamente el brujo de Bargota. Los últimos estudios realizados demuestran que existió en el siglo XV, pero no en el siglo XVI. Por eso no aparece en los textos recogidos del proceso inquisitorial que se llevó a cabo en Logroño.


http://www.reclinux.net/david/viana/leyendas01.htm

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